
Nos ha tocado vivir días en que oímos bastante hablar de «la Justicia» (con dudosas mayúsculas). La que se hace en los tribunales y favorece siempre a los mismos, con cochambrosos resultados de perpetuación del orden cínico en el que estamos insertos. No hay más que leer la prensa diaria. Anoche vi, además, un estupendo documental de Raymond Depardon llamado «Delitos flagrantes». Los documentales de Raymond Depardon son un ejercicio de lucidez y toma de distancia crítica ante las instituciones reguladoras de los cuerpos (psiquiatría, medicina, justicia). En concreto «Delitos flagrantes» disecciona con mirada cruda, a partir de la filmación de tomas de declaración de varios imputados comunes ante el fiscal a lo largo de unas semanas de 1994, los procedimientos y máscaras de la justicia francesa. Totalmente recomendable.
Casualmente, hace unos meses Rubén D. Fernández me pidió para su revista Excodra unos poemas acerca de este tema. Dejo aquí los poemas como una suerte de aproximación tri-angular y siempre inacabada.El contenido de la revista (que además acaba de sacar un nuevo número dedicado a «lo real») puede leerse en la web http://www.excodra.com.
inyección letal
Gulag catedral de los sin nombre,
mantel de lepra sobre todos los asfaltos,
amonéstame.
Ven y atraviesa la piel de mis sandalias.
Ven y perfórame.
La lluvia mugrienta
cae sobre mí.
La condena
pernocta en las alas invisibles
de los sueños
como un foco congelado en las arterias
del mundo.
Ven y desguázame
y que otros rían de mi rictus funerario,
que otros rían, miren, fumen,
se saluden,
se cubran los ojos tras la pantalla abyecta.
Inyéctame
las
reglas
de
la
soledad
sin
fondo.
la voz
la voz de los que murieron solos
sin palabras sin código
sin la mano de un dios verde y apestado en la frente
la voz de los que comieron ceniza
de los que hurgaron el suelo con su corona de hilachas
de los que no encontraron fosa
la voz del humo gris que viene del borde
de los arenales recostados
la voz que segrega el estupor de la tierra
el monstruoso estupor del aire que engulle
la voz figura del hacinamiento
del timbre demorado
del vaho que arrastra oclusión hiel raíz sonora
la voz disipación del animal
del cuerpo chirriante que retuvo agua
y entregó silencio
la voz llamada orbicular que nos alambra
la voz
la huella nunca ajena
lo justo
a veces la mente se anuda a sí misma
y no percibe
a veces el pecho resuena calcáreo
imagina la fractura
suda el corte
la corrección
el enhiesto volcado
desorden de su magma
***
el otro es lo justo
el pájaro negro que avanza invertebrado hacia mi cuerpo
es lo justo
lo que reparten mis lenguas
es solo la estrechez de mi contorno
su exceso revocado
si toco el pájaro negro
el otro cede su dolor su sonda su caída
si imito su dolor su sonda su caída
la imitación de su dolor su sonda su caída
es lo justo
lo que acontece entonces es lo justo
***
borramos de la pizarra los grandes caracteres ciegos
escribimos el pulso de un contacto en los ojos
tan distinto de una palabra
tan cercano a una vida