Algunos proyectos surgen casi por azar. Aparecen en una conversación simple, en lo que en ella se fragua: el deseo de dar cabida a lo raro, a lo mezclado, a lo abrupto y a lo heterogéneo. La necesidad de dar salida a las voces que han perdido o no hallan nunca el espacio. Y, sobre todo, de construir un embudo para hablar, hablar infinitamente y para leer, también, con el cuerpo y con las manos.
Así surgió, creo, embrionaria y cabizbaja, hace unos meses, en una charla de bar con Lola Nieto y Antonio Rodríguez, la idea de la Revista Kokoro, que hoy ha visto al fin la luz (esa luz que queda, ya sobrante, hacia las nueve de la noche). Han sido semanas de trabajo intenso de edición y varios meses de escritura de las 18 personas que han participado en el primer número. Un número dedicado a la lentitud, abordada desde todos los ángulos, con un lugar abierto o barra libre que suma al monográfico un cauce de poemas.
Aquí dejamos el poso (http://revistakokoro.com/), esperando reencontrarnos dentro de cuatro meses.
Disfrutadla.
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Kokoro es un ovillo pequeño, caliente y mamífero. Es descansar de la intemperie y sentirse a resguardo, un poco fuera del mundo, un poco hibernado, un poco creciendo, hacia adentro.
Kokoro es mente y corazón y es lo intraducible mismo. Es la lengua que grita y denuncia los muertos vivientes en cada esquina, la banalidad del poder cotidiano, la deliberada insurrección de los cuerpos.
Kokoro es el leve tallo en el que injertar el asombro ante el mundo.
Por eso Kokoro acoge las lenguas huérfanas, abre el espacio para lo híbrido, lo mezclado, lo impuro, lo no catalogable por las taxonomías profilácticas trazadas por la lengua de poder.
Lengua pequeña y caída, lo que mengua: Kokoro, en su latido de corazón-mente, en su delicadeza de sueño mamífero y calentito, también es eso, también quiere devenir eso: Kokoro es querer adelgazar la atención y penetrar en las mínimas fisuras de los discursos, de la carne-palabra y su sombra, de la intensidad cromática del mundo.
Es el deseo que no cesa, eros de la lengua menuda, alegría en la punta de los dedos.
Kokoro es, también, una forma de despertar y decir: no nos rendimos, somos pequeños,
somos pocos, pero cantamos
vivimos aquí
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REVISTA KOKORO
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