por Laia López Manrique
la luz encendida
la cama deshecha
el maullido de un gato que mendiga alimento
un libro de poetas metafísicos ingleses
un cuaderno de cuentas y albaranes no escritos
un reloj que no avanza
una ramificación de huesos en el plato
un sendero de migas y pelusa
un hueco tedioso en mitad de la estancia
restos de piel muerta y limaduras
una uña rota en la repisa del baño
una toalla húmeda
la nevera vacía
trampas para insectos
dos pares de bragas de encaje sin tender
los trazos de un dibujo que no representa nada
una mancha
un grumo de sombras fugitivas
el eco de un silencio arqueado y sucio
y un cuerpo que deshabita el aire
y exige a la memoria un acto de presencia
Qué inasible la cotidianidad
Una conquista imposible, la de lo cotidiano, tienes razón…
Todo en lo que ella no estaba, que era corporal, y no más allá de su fisis.
Mujeres que escapan a la forma. Exigen al menos una mirada.
Gracias por la ausencia del no-estar.
En la hora donde se confunde el día
avanzan las manecillas del reloj
tan lentas como deslizante su hora
la sombra va mordiendo la luz
exhibida en las últimas ventanas.
A los lejos, llega la confusión
de un cielo incoloro, desteñido
grises sobre azul apagado
irisando sus crestas
donde la primera luz
luciérnaga
enciende la tarde acabada.
Un escalofrío estremece la tarde
los pinos sin vergüenza
airean su repelús
al tiempo que mi cuerpo
tirita como llamarada de fuego
embebido por tu cuerpo.
Para quien se queda: detalles furtivos para construir una mirada triste. La ausencia -la falta-, tiene eso, miles de detalles que antes no eran apreciados como tal.
Para quien se ausenta: lo que se deja atrás no es olvido, es un camino trillado de restos arqueológicos.
Un abrazo,
Montse.
Esto sí que es detenerse y auscultar, tomar el pulso y las medidas a lo real, palpar esa íntima fisura entre el mundo y el cuerpo.
abrazos
Lo que queda detenido contra el movimiento del cuerpo que se aleja, o que cree alejarse. La presunción, la vanidad de la migración: siempre queda un rastro…
laia, me gusta mucho este poema, esa ennumeración de huecos, de alejamientos.
hasta pronto,
besos
pepe